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Milenios después de que la devastación atacara las tierras que los dioses le otorgaron al mundo, Hubo belleza inundando cada plano de esas bendecidas tierras, las especies vivían todas en paz, lo inimaginable sucedía como actos comunes, la vida, en pocas palabras era tranquila.
Cada ser cumplió con su deber, las sirenas habitaban el mar, las hadas plagaban los bosques, los dragones surcaban sus cielos, y el sinfín de animales y habitantes mágicos acogió sin dudarlo a la especie que se consideró lo único simple en todo el lugar, los humanos formaron parte. El mundo tenía paz.
Hasta que la perdió.
Los humanos son imperfectos por naturaleza, no es que desearan serlo simplemente no podían controlarlo. Por eso cuando la envidia envolvió las venas de los primeros hombres nadie pensó que tendrían que interferir, los dioses no pondrían a seres destructivos en la tierras que contenían la paz ¿Cierto?
El resentimiento es una enfermedad aérea, los humanos, anhelantes de peculiaridad fueron la mejor forma de contagio. ¿Por qué los otros tenían magia y ellos no? Las innumerables cuestiones los hicieron envenenarse de envidia; decidieron entonces, si no podían conseguir la magia, la arrebatarían. Los primeros levantamientos iniciaron un día de pesca, con cientos de barcos llenos con marineros que zarparon con el único objetivo de poner un ejemplo. Miles de sirenas cantaron su tragedia aquel día.
Aquellos que alguna vez fueron respetados, incluso apreciados, esta vez fueron temidos, ya no había más debilidad en los cuerpos mortales, en su lugar se alzaron lentamente contra la magia que les había sido gentilmente mostrada. Años de sangre y lucha después; poco quedo de lo divino en el mundo de Modrum. Entre la crueldad de la guerra dos figuras singulares resaltaron. Sus caminos se marcaron por sangre, ambos con la amarga ambición de un mundo diferente
Aliados, compañeros, enemigos.
La sangre y el oro coronaron a los primeros reyes humanos, avariciosos y ciegos tomaron sin dar a cambio. El poder fue repartido en dos grandes reinos, Aurelen la tierra del oro y las hadas extintas y Sylvarith la montaña de bosques y dragones. Modrum fragmentado había perdido la gloria de sus grandes días. Las hadas desaparecieron, las pocas que quedaron fueron convertidas en esclavas, y las sirenas preferían mantenerse en lo profundo, donde su belleza no cautivaba y sus cantos se ahogaban junto a marineros de poca importancia. Poco a poco no quedó rastro de lo hermoso y divino que solía ser el próspero mundo de Modrum.
Entre todos estos seres solo uno fue considerado digno de permanecer. Con vida y relativa libertad, los dragones altos e imponentes sobre cualquier otro ser, lo suficientemente sabios para callar y tan audaces para no escuchar, Estas denominadas indomables bestias, fueron los compañeros perfectos para aquellos despiadados reyes que buscaban el control de tierras que no les pertenecían.
Hace cientos de años, el cielo se iluminó con un suceso histórico, la danza de los dragones expandió el poder de aquellos que se coronaron a sí mismos en cenizas y sangre. Ambas casas ahora convertidas en nobles palacios de reyes y jinetes se atravesaron en la guerra por el control de todo. El fuego envolvió el cielo con su calor y la sangre y el oro adornaron las cicatrices en las manos de los jinetes. Cuando finalmente todo termino no había mucho que salvar, las cenizas aun ardientes se forjaron en el terror del pueblo y la poca paz que pudo conservarse era sostenida por un par de manos débiles, un tratado de paz demasiado delgado impidió una segunda gran guerra. Sus coronas se consagraron con el poder absoluto.
Aquellos días oscuros se habían alejado de ambas familias, ahora un par de décadas después la fragmentada paz que se había conseguido después del baile de los dragones, estaba pendiendo de un diente de león. Los nobles herederos de ambas familias, Plint y Creed una vez más unidos por poco más que un hilo de odio fino, el destino de un mundo colgaba del espacio entre sus dedos entrelazados.
Oliver Plint no era un luchador, prefería entre todas las cosas montar a su dragón y escapar, aunque fuese por pocos minutos del legado que le precedía. No era un sanguinario ni un prodigio de la espada, si algo lo definía era su absurda gentileza. Todo lo gentil se extingue en el mundo, la amabilidad no coexiste con la fuerza.
Kaius Creed estaba preparado para una matanza, la espada y su dragón eran sus únicos aliados y además de su ambición por la corona de Aurelen, no había nada que le importara, era un guerrero un rey nacido en la corona, envuelto en brazas y oro, echo para odiar y destruir así tuviera que morir para lograrlo era un sacrificio digno de tomar. Nada duraba para siempre, a excepción del honor.
Los dos reinos se tocan de nuevo durante una gala particularmente absurda y cuando un par de movimientos en falso podrían destruirlo todo se necesita de dos almas corrompidas para evitar que los dragones vuelvan a danzar.
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innocence dies in the dark
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Batman and Superman haven't revealed their identities to the league yet, but they know each other's. One day during a meeting Superman suddenly says one of his kids is sick and he has to leave. The rest of the JL are surprised he has a kid (multiple?!) and haven't mentioned them until now. Meanwhile Bruce is trying not to panic because he knows it's one of HIS kids that are sick, but it'll raise suspicion if he leaves as well.
Land of waves 🍥
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𝄞No tengo idea que estoy haciendo. Disfruta lo que leas aquí, comenta y comparte ^^
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